- Vamos a votar
Se acerca el proceso electoral más concurrido de la historia del México moderno y aunque están en juego 15 gubernaturas, 30 congresos locales, mil 900 ayuntamientos y juntas municipales; la cereza del pastel es la renovación de las 500 curules en la Cámara de Diputados, 300 de votación simple y 200 de representación proporcional.
Las luchas políticas en los estados y municipios por llegar al poder son importantes y marcan el destino de sus habitantes, pero a nivel federal se juega el freno o la consolidación del proyecto de la Cuarta Transformación. Son dos votaciones en una, no necesitamos votar en ambas por el mismo partido. Podemos votar localmente por un partido y nivel federal a favor de otro.
A esta hora del proceso electoral ya hay muy poco que decir. El proyecto de Andrés Manuel López Obrador no resultó ser la gran maravilla, el que terminaría de golpe con los principales lastres de la sociedad: la corrupción, la desigualdad social y el crimen organizado; pero tampoco es lo catastrófico que abandera la oposición. La realidad, es que representa un cambio tanto en la forma de gobernar como en su política económica, lo que incomoda a muchos y que ha sido alimento de quienes lo critican.
Tanto el modelo neoliberal de la oposición como la 4T tienen sus pros y sus contras, la lucha es apostar por el cambio o el retroceso, no por los candidatos a diputados federales que presenta cada partido. Desgraciadamente, los partidos políticos han caído en una crisis que será difícil de levantar si no se reduce su millonaria dieta para hacerlos más eficientes y el número de diputados y senadores; solo lo propone la 4T.
Por eso es necesario hacer un análisis. En cuanto a la economía, el PIB ha registrado una de sus mayores caídas históricas, respaldado por el Covid-19 y la negativa del Gobierno de apoyar a los dueños del capital, quienes cuentan con recursos propios y créditos bancarios para solventar la crisis. Afortunadamente, la riqueza del país, el conjunto de los bienes y servicios producidos por México ya fue vacunada, tiene un futuro esperanzador y las predicciones de crecimiento van en aumento, actualmente se estima que será del seis por ciento.
El crecimiento del PIB depende de la inversión de la iniciativa privada y de la infraestructura por parte del Gobierno. Muchos capitales abandonaron el país por cambiarles las reglas del juego, por cobrarles impuestos, impedirles utilizar facturas falsas y tener una mayor fiscalización. Lo bueno es que cada vez hay más empresas buscando invertir en el país respetando las reglas del juego, y este año la inversión extranjera rompió todas las expectativas al ser la mayor desde 1999.
Aun así, el PIB no logrará recuperar su caída y a pesar de ello el peso ha mantenido su paridad con el dólar, lo que no solo alienta las importaciones, sino que además les permite a los dueños del capital irse a vacunar a Estados Unidos sin representar un gasto mayor. A esto habría que agregar que por primera vez en la historia, el poder adquisitivo de los trabajadores se incrementó con un aumento al salario mínimo sin antecedentes y a pesar de los dueños del dinero; aunado a que se han entregado apoyos sin precedentes a las clases más desprotegidas. Además, el Gobierno federal lleva a cabo varias obras de infraestructura a pesar de los frenos y amparos que ha interpuesto la oposición, lo que ha permitido recuperar casi el 90% de los sueldos perdidos por la crisis del Covid-19. El Gobierno también ha apostado por engordar a las desmanteladas Pemex y la CFE como una estrategia para bajar los precios de los servicios a corto plazo, no inmediatamente, hay muchos candados que dejaron las administraciones pasadas, pero por lo pronto no hay el desbordante incremento de los servicios de años anteriores.
En este rubro, la apuesta del voto es por continuar con el proyecto de la 4T de elevar el bienestar social de la población y fortalecer el mercado interno, o por el modelo neoliberal que apuesta por incrementar el PIB que les daba tantas ganancias, endeudaba al país, elevaba la desigualdad social y llevaba a la clase trabajadora a la pobreza, daños colaterales alegan. Para todos hay.
En cuanto a la corrupción y la impunidad que ha corroído nuestra vida diaria, la bandera de la 4T es barrer de arriba hacia abajo; sin embargo, entre sus allegados hay personajes que han estado envueltos en sonados casos y otros a los que se les señalan propiedades y negocios que no se explican con sus sueldos onerosos, algo común de la clase política actual sin importar el partido. Este combate a la corrupción en un gobierno donde hay gente con plumas manchadas es un pesado lastre para avanzar en su erradicación, es un mal ejemplo, muestra que el combate va en una solo línea, contra la oposición que se queja: “también en la 4T hay corruptos”.
La lucha contra la corrupción no se ha dado con la celeridad que todos quisieran por una enmaraña de leyes elaboradas en el pasado difíciles de cambiar -de ahí la importancia de la mayoría en la Cámara de Diputados- y que privilegian los delitos de cuello blanco, ya que es más fácil encerrar a quien se roba un pan que a quien defrauda al país; pero tampoco contra todos los culpables por intereses de toda índole, de trabajo, amistad, confianza. Pero hay indicios que apuntan al cambio; de acuerdo a las encuestas sobre corrupción, su percepción en la sociedad ha aumentado en los ministerios públicos, la policía, los servicios estatales y municipales, pero ha mermado del Gobierno federal.
Para la oposición, el combate a la corrupción parecía tema velado, hasta hace unos días que los líderes del PAN, PRI y PRD se reunieron para presentar “10 soluciones por México” y por primera vez tocaron el tema. Su propuesta es la consolidación de una Fiscalía “autónoma, eficaz y despolitizada” y la prohibición del uso de dinero en efectivo en los tres niveles de gobierno. Mientras la oposición se aferra a mantener la estructura de organismos autónomos donde imponen a sus dirigentes, la 4T ha emprendido una lucha contra ellos y los fideicomisos por la corrupción que permea en sus muros. Este es otro punto por el cual votar, mantener organismos viciados desde su origen o cambiar el sistema, de ahí la lucha por la Cámara de Diputados.
La salud es otro aspecto que está en juego. La 4T apostó por evitar la saturación de hospitales públicos, como sucedió en España, Italia, Alemania, Inglaterra, Brasil y la India, por citar algunos. Se enfocó en poner en uso los más de 300 hospitales que dejó inconclusos la oposición desde hace dos sexenios, en proporcionarles los implementos necesarios y de calidad, de los cuales carecían; y en contratar médicos. Esto y otras acciones se hicieron en lugar de comprar reactivos para detectar con mayor precisión el crecimiento de la pandemia y sus zonas de alerta, lo que le han criticado. Lo que debemos reconocer, es que desde un principio explicó todos los días su estrategia y avance, lo que nunca hizo ni ha hecho cualquier otro gobierno.
Si bien es triste y alarmante el número de muertos, algunos por omisiones del Gobierno, otros por las características de salud de la población mexicana, el país está saliendo sin el desbordamiento de hospitales. En vacunación, de 193 países del mundo, México está en el top ten con más dosis aplicadas, 2o. en Latinoamérica y dentro de los 5 países con más esquemas de vacunación completos. Por si fuera poco, es el único país en Latinoamérica envasando dos vacunas: AstraZeneca y CanSino, y por empezar una tercera: Sputnik, aunque al parecer esto no es noticia para una prensa que ahora calla en sus ataques contra Hugo López-Gatell Ramírez. Lo importante es que se está logrando sin reducir los apoyos a los más necesitados y sin endeudar a un país que todavía tiene que pagar por los próximos 30 años, el rescate bancario de 1999.
Un problema ha sido los medicamentos, de los que aún existe desabasto en las clínicas oficiales y que dejó a niños con cáncer sin su atención, sin sus inyecciones de agua como se hacía en el pasado. El Gobierno decidió cortar de tajo la mafia en la compra de medicinas que cuadriplicaban sus precios a como se venden en las farmacias. Había y hay mucha gente involucrada, no solo en las áreas de compra de medicamentos, sino en puestos claves de algunos hospitales que ardidos por haberles quitado su jugoso negocio apuestan por el desabasto.
Finalmente, me gustaría referirme en otro rubro que está en boca de la población, la inseguridad que vive el país. A diferencia del enfrentamiento directo para favorecer a unos carteles sobre otros, como sucedió en el Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y su flamante secretario de Seguridad, Genaro García Luna, la 4T ha apostado por una política de “brazos abiertos” evitando la confrontación directa, que no es lo mismo que rehuyéndola más que cuando está en juego la seguridad de la población, y tratando de desgastar al crimen confiscando sus bienes y dando apoyos a las comunidades donde tienen presencia, pero eso lleva más tiempo y hasta algunos dudan que se vea el inicio del cambio en este gobierno. El crimen organizado está muy enraizado en los pueblos y tiene un armamento sofisticado, gracias a la protección del pasado.
Además, la 4T se topó con una Policía Federal inoperante y tuvo que recurrir a Policías Militares y la Guardia Nacional, inmiscuir al Ejército y la Armada no solo en su combate directo, sino además en la administración de puntos estratégicos para el país, como los puertos. Dos diferentes maneras de enfrentar al crimen organizado y también esto está en juego en esta elección.
Hay claroscuros tanto en la 4T como en la oposición, pero es difícil eliminar prácticas que perduraron por más de 70 años y que ahora exigen que desaparezcan en dos años de gobierno.
Ambos, la 4T y la oposición han lanzado sus cartas y solo esperan que el pueblo vote para decidir el proyecto que quiere de nación; donde los partidos políticos han quedado de lado, así como sus candidatos que han apostado al chapulineo. No se trata de votar por un partido, por un candidato, sino por continuar o frenar el cambio. Ya dio la muestra los dueños del dinero, quienes agruparon a los tres partidos de oposición en “Va por México”, cuyo principal objetivo es frenar el proyecto de la 4T a través de campañas de intimidación y miedo.
Ahora nos corresponde a los mexicanos salir a votar, sin importar nuestras preferencias locales, debemos decidir si apoyamos o frenamos a la 4T. No hay de otra. La lucha no es por controlar el presupuesto, como ha argumentado la oposición, ya que constitucionalmente el Ejecutivo Federal tiene la facultad de mantenerlo. El interés es por frenar o impulsar los cambios propuestos por la 4T en cuanto al combate a la corrupción, la salud, el bienestar social, la inseguridad. El cambio no se va a detener con estas elecciones, el pueblo ha despertado y en su segunda campaña electoral Morena se erige como la principal fuerza política del país, algo que cala muy hondo en la oposición. El voto es para reafirmar el cambio o intentar frenarlo, y eso nos concierne a todos, es el momento de expresar nuestro interés con el sufragio.
Gran análisis, muy completo
Excelente investigación para dar opinión. Mis respetos para la edición. Prácticamente lo dijo todo cuál es y me imagino con papelito en mano para quien quiera denostarlo. Mejo explicado no podría ser.