La colección “Historia de Yucatán” del artista Fernando Castro Pacheco, conformada por 27 murales al óleo sobre lámina, son restaurados por especialistas de las universidades Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) y de las Artes de Yucatán (UNAY).
El legado artístico se alberga en la sede del Ejecutivo Estatal, cuyas obras iniciaron a principios de la década de los 70s del siglo pasado.
En la rehabilitación, que comenzó en julio pasado, participa un equipo de cinco personas, dos egresados de la Licenciatura en Conservación y Restauración de Bienes Culturales Muebles de la UASLP, incluyendo al responsable Edgardo Esparza López, y tres auxiliares con experiencia en esa área provenientes de la UNAY.


De acuerdo con la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta), Castro Pacheco es considerado como uno de los más importantes representantes de la plástica en México.
Esparza López afirmó que “prácticamente ya estamos al final de lo que es el proyecto, tenemos concluido el Salón de la Historia, ya solo nos falta lo que es la parte de las escaleras”.
Señaló que son 27 murales, cuya técnica es al óleo, se llaman esfumados cromáticos el efecto que tienen estas pinturas”.


Explicó que las obras elaboradas entre 1971 y 1978 están distribuidas en las dos plantas del edificio, el Salón de la Historia, los corredores superiores e inferiores y el cubo de la escalera, su importancia radica en que evocan la evolución del pueblo yucateco desde la cosmogonía del pueblo maya; son interpretaciones libres de su creador, elaboradas con gran maestría.
La última vez que se intervinieron fue en 2013 por el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) del entonces Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), subrayó el especialista en la materia quien se coordinó para estas acciones con el responsable operativo del Gran Museo del Mundo Maya, Alexis Reynaldo Cruz Mendoza.
El proceso actual, añadió, inició con un registro gráfico y fotográfico de conservación de todos los murales, posteriormente se realizó una limpieza para eliminar el polvo por el anverso y reverso.


“En la parte posterior hicimos un aspirado de manera mecánica y por el frente se hizo una limpieza a base de brochas de pelo suave y posteriormente hicimos una limpieza acuosa donde se eliminó todas las compresiones de la parte de enfrente”, abundó.
Al mismo tiempo, se eliminó el óxido en algunas partes que había muy puntuales y se inhibió el soporte.
También se realizó una reintegración volumétrica para nivelar algunas lagunas que había para después reintegrarlas con pintura a base de barniz, especificó.
Sobre el estado de las piezas detalló que en algunas presentaban filtraciones, la pintura ya estaba desprendida del soporte, por lo que ya se requería de esta atención, además por el tipo de clima de nuestra entidad, requiere revisiones periódicas para mantener sus condiciones óptimas.


Ante el interés de conservar los murales se efectuó un diagnóstico de cómo se encontraban, y “a partir del dictamen se valoró un poquito más los murales a fondo acerca de los daños que se tenía”, expuso.
La también restauradora, Araceli de Jesús Saldierna Marfileño, quien integra el grupo junto con Andrea Hernández Orosco, Andrea Sánchez González, Ana Itaí Braga Castillo y el entrevistado, habló sobre lo que significa estar en contacto con significativa compilación de uno de los creadores más representativos del arte mexicano moderno.
“Estas obras se han tratado la verdad con mucho cuidado, hemos respetado mucho la pintura del maestro Fernando Castro. Estamos trabajando en los andamios y estamos con el material adecuado, tenemos nuestro arnés, nuestro casco, todas las medidas de seguridad y pues estamos trabajando con pincitas, son obras muy importantes”, agregó.


Consideró que es la colección más grande del maestro Fernando Castro que se encuentra en exposición en Yucatán.
Manifestó que se realizó la limpieza mecánica y química para retirar el material ajeno que se encuentra en la capa pictórica, así como consolidaciones para evitar que la superficie se desprenda y se pierda, resanes para llegar a la misma base que tiene el original y así lograr una reintegración.


“Las reintegraciones cromáticas se están llevando con la técnica de rigatino, consiste en una serie de colores que los vas aplicando de manera vertical para perder un poco la reintegración, en sí la reintegración se hace con los colores similares para que a cierta distancia se pierda, pero se identifique para próximas restauraciones”, puntualizó.
Agregó que algo peculiar de los cuadros es que se realizaron utilizando como soporte lámina de zinc, otra particularidad es la existencia de puntos de luz, principalmente en los murales del Salón de la Historia, lo que otorga peso a determinadas figuras sin restar integración a los colores de la obra.

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