El culto a la muerte así como la costumbre del entierro de los difuntos tienen una antigüedad de unos 30 mil años, afirmó el filósofo y astrónomo yucateco, Eddie Ariel Salazar Gamboa, quien destacó esta costumbre también fue practicada tanto por los hombres como los neandertales.
Comentó que con el paso de los años, cada cultura desarrolló sus propias concepciones al grado que fortaleció su propia religión, pues sólo aquellas personas que pudieron resucitar son los que ahora son considerados como dioses.
Indicó que el concepto de la muerte es complejo y con una antigüedad de al menos 30 mil años, incluso, muchas de las costumbres de otras culturas aún siguen vigentes.
Señaló que los estudios efectuados revelan que neandertales, especie extinta del género Homo, enterraban a sus muertos, por lo que no es una actividad propia del homo sapiens.
Comentó que los neandertales colocaban junto con los difuntos, tanto flores como diversos objetos, que bien le pudieron servir.


Abundó que cuando una persona fallece exhala su último suspiro, de ahí se establece el concepto de alma, al mismo tiempo que actualmente se define espíritu como la esencia del alma.
«El alma desaparece con el muerto, que el espíritu es inmortal, es la parte divina», subrayó.
Agregó que todas las culturas establecieron sus propios conceptos de la muerte, tal el caso de los egipcios, quienes establecían que hay vida después de la muerte, motivo por el cual, cuando el faraón fenecía se les enterraba junto con sus pertenencias, mujeres, esclavos y animales.


En el caso de los sacerdotes, así como a los semidioses, cuando morían, su espíritu era colocado en una balanza, en cuyo otro extremo ponían una pluma de ave.
Salazar Gamboa dijo que en el caso de los druidas y celtas, que se desarrollaron en el Norte de Europa, los muertos eran venerados en 31 de octubre, fecha que posteriormente, las nuevas culturas establecieron el 1 de noviembre.
Los mayas actuales también veneran a sus muertos el 31 de octubre, sólo que en éste día se le dedica a las ánimas de los menores de edad, es decir, a los Mehem Pixán.


Mientras que las ánimas de los adultos les corresponde el 1 de noviembre, y al día siguiente, los muertos en general.
Indicó que la muerte también define a los dioses, pues estos tienen que resucitar para obtener dicha jerarquía, tal como ocurrió con Jesús Cristo, Buda y Quetzalcóatl, así como con Apolo, Odín, Crisná, y Zoroastro, entre otros.


«Son 16 los deificados que tienen elementos comunes, pues fueron hijos de divinidades, su nacimiento fue anunciado por una estrella, se desconoce su niñez, murieron sacrificados, varios de ellos es cruces o formas similares a éstas, como ocurrió con Kukulcán, quien fue colocado entre palos que formaron una «X», además que prometieron regresar, entre otras características comunes.

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