La violencia se construye, no se da por “generación espontánea”, y sus manifestaciones son cada día más diversas, globalizadas y tecnologizadas. Para afrontarla y erradicarla, hay que aceptar que es un problema de salud pública y atender sus señales de forma multidisciplinaria, afirmó la especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Miriam Camacho Valladares.
Donde hay una relación interpersonal puede existir violencia, por lo que cada quien debe hacer una revisión y marcar una diferencia en los vínculos que estamos construyendo, emocionales, familiares, laborales o profesionales, así podremos dejar de percibirla como “normal”, acotó.
Señaló que lo importante no es tener una definición de la violencia, sino la conciencia de identificar cómo la ejercemos, y hacia quién; asimismo cómo los otros la manifiestan hacia nosotros, cómo la observamos y qué reacciones tenemos ante ello, dijo en la conferencia “Prevención de la Violencia de Género en la UNAM: desafíos y soluciones”.
La jefa del área de Atención Psicológica a Víctimas de Violencia de Género, de la Defensoría de los Derechos Universitarios, Igualdad y Atención de la Violencia de Género de la UNAM expresó que en el contexto de las actividades por el 25N Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), la ponente añadió que en la Defensoría el rango de edad de las personas que se atienden está entre los 15 y los 29 años, aunque también hay casos de mayores y menores (por los estudiantes de Iniciación Universitaria).
Explicó que el 64 por ciento de los casos de las expresiones que se atendieron en el lapso 2021-2023 fueron por violencias de parte del novio, amigo, expareja o compañero, personas con las que hay una interacción cotidiana. Éste es un dato constante, destacó.
La experta diferenció la agresión de la violencia. La primera se refiere a expresiones conductuales observables, medibles y registrables que tienen un fundamento biológico para sobrevivencia, defensa y ataque por competencia biológica.
En cambio, la segunda es el uso deliberado de actitudes de poder; son manifestaciones emocionales (verbales, físicas, etcétera) con el objetivo de causar daño. Se trata de modelos aprendidos e imitados. Ser objeto de ella genera una fractura en la percepción de seguridad de una persona, la cual va más allá de la afectación de la víctima directa, ya que se altera todo su entono emocional, familiar, subrayó.
Así, detalló, la violencia es una conducta, actitud o presencia como testigo (silencioso o no) que involucra dolo, planeación, intención focalizada y que tiene la finalidad de dañar, causar dolor, desestabilizar o devaluar a una persona o grupo, de forma inmediata o a mediano o largo plazos.
Destacó que los tipos de violencia de acuerdo con sus afectaciones son física (manazos, patadas, pellizcos, aventones, jaloneos), emocional (palabras altisonantes, miradas lascivas, sobrenombres, señas, muecas), social (discriminación, rechazo), económica, académica (burla por rendimiento), laboral (castigos no merecidos, etcétera) y sexual.
Finalmente, refirió que al quedarse en silencio cuando se vive o se observa una experiencia de violencia se estaría colaborando con ese acto violento, es decir, ayudando a concebir que es normal. No sólo se recibe o se ejerce, sino que se puede fomentar. Hay que hacerla visible.