Ahora, es la letal araña violista la que atacó a una persona en Yucatán, incidente ocurrido a mediados de agosto pasado, motivo por el fue hospitalizada, reveló la secretaría de Salud federal.
En lo que va del año, ya son cuatro los yucatecos atacados por artrópodos, de los cuales uno fue por la viuda negra (Latrodectus mactans) y ahora por la araña violinista.
Lamentablemente, no hay una versión oficial por parte de la Secretaría de Salud de Yucatán (SSY), pues desde cerca de seis años prevalece el hermetismo.
De acuerdo con el Boletín Epidemiológico de la SS, en la semana epidemiológica número 33, correspondiente del 11 al 17 de agosto, en el país se registraron 24 casos de “Mordedura de araña violista”, de los cuales uno es de Yucatán.
La araña violinista (Loxosceles laeta) atacó a un hombre, y es al menos el segundó caso en seis años, pues en 2018, una niña fue hospitalizada, primeramente, en Corea-México, y posteriormente en el “Agustín O’Horán”.
En lo que va del año, en el país ya son 331 las personas tacadas por este insecto, cuya mayor incidencia se registra en Chihuahua, con 61 afectados, el 18.42 por ciento, seguido de Jalisco, con 27, el 8.16 por ciento, y Guanajuato, con 20 casos, el 6.04 porcentual.
La problemática está ausente en Campeche, Guerrero, Quintana Roo, Tabasco y Tlaxcala.
La araña violinista es una especie nocturna que se adapta a cualquier ecosistema, y Yucatán no es la excepción.
Los lugares predilectos durante el día son los rincones oscuros, de los que sale para cazar, su actividad aumenta en las noches veraniegas calurosas y con Luna.
La mordedura puede provocar la muerte debido a que su veneno disuelve los tejidos, causa muerte celular, contiene poderosas enzimas que destruyen todo lo que tiene proteínas y su efecto es 10 veces más poderoso que la quemadura con ácido sulfúrico.
Por eso, los especialistas del sector salud recomiendan que, ante la mordedura de esta araña, se actúe rápidamente aplicando hielo y vendaje compresivo frío sobre la herida y, de ser posible, lavando la zona con agua y jabón, además de acudir al Centro de Salud más cercano.
El insecto suele esconderse en grietas y rincones de difícil acceso, en lugares polvorientos y poco aseados, como bajo los tanques de gas, detrás de cuadros, cornisas, librerías o en los armarios, especialmente con ropa. Si bien es activa durante todo el año, su vitalidad disminuye con la llegada del frío.