El Centro Tamaulipas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se convierte en una verdadera “casa del terror”, ya que su titular, Tonantzin Bienvenida Silva Cárdenas, advirtió a todo el personal que empleará todo tipo de castigos para evitar la fuga de información que dañe su imagen personal.
Ante tal amenaza, es mayor el clima de tensión que prevalece en esta dependencia federal, y el personal tiene miedo, por no decir pavor, de hablar sobre los recientes atropellos cometidos por la funcionaria.
Lo peor de todo, el director general del INAH, Diego Prieto Hernández, se deslinda de la problemática protagonizada por la déspota funcionaria, en complicidad de su esposo Jesús Ernesto Velasco González, teniendo como títere a Carlos Vanueth Pérez Silva.
Las irregularidades y arbitrariedades cometidas por Silva Cárdenas llevan varios años, por lo que son numerosas las denuncias, pero sólo algunas se dan a conocer, por temor a represalias.
Tal es el caso de Fedora Aimeé Hernández García, quien fue testigo de las anomalías cometidas, las misma por las cuales estuvo a punto de perder la oportunidad de titularse.
Testimonio verídico
Mi nombre es Fedora Aimeé Hernández García, soy originaria de Ciudad Victoria, Tamaulipas y trabaje en el centro INAH Tamaulipas como pasante sin paga a partir del verano de 2014, con la invitación de la arqueóloga Tonantzin Bienbenida Silva Cárdenas durante este tiempo solo acudía al instituto durante mis periodos vacacionales, durante los cuales realizaba tareas que se limitaban al análisis y limpieza de material, además de apoyar en eventos que realizara el instituto.
Si bien durante este tiempo el trato tanto de la arqueóloga como del arqueólogo Carlos Vanueth Pérez Silva hacia mi persona fue cordial, no obstante, pude percatarme de algunos incidentes con compañeros, los cuales eran trabajadores del instituto, si bien desconocía las situaciones que ocurrían me toco presenciar (principalmente) compañeras que terminaban en llanto y algunas en dolencia física por lo que yo parecía era una carga excesiva de trabajo, tiempo después me enteraría que si bien parte de su malestar si era por ello también se sumaba el maltrato verbal y psicológico que alegaban existía por parte de ambos arqueólogos y el antropólogo físico Jesús Ernesto Velasco Gonzales.
Ya que solo asistía en periodo vacacional no prestaba tanta atención a estas situaciones, sumado al trato que me daban a mí, además de tener esta idea de dedicarme a hacer lo que me correspondía para que no me pasara eso, que equivocada estaba.
En 2015, mientras cursaba la carrera, y acercándose el final, implicaba pensar en la titulación, en la carrera de Arqueología de la Universidad Veracruzana, la modalidad de titulación era solo mediante investigación, por eso arqueólogos y antropólogo me ofrecieron materiales de su proyecto Estudio biocultural de Restos Óseos Humanos Procedentes de Cuevas Mortuorias de Tamaulipas, para realizar mi trabajo.
Ellos repartieron los roles correspondientes, la arqueóloga Tonantzin asigno a Carlos Vanueth como mi director de tesis y ella y el antropólogo Jesús Velasco quedarían como lectores, realice los trámites correspondientes, los cuales además incluían entregar curricúlum académico del investigador que dirige el trabajo, protocolo de investigación, carta de compromiso y permiso de materiales, todo esto en ocho juegos de copias y disco a la academia de la Facultad de Antropología, sentando la formalidad de dicho acuerdo.
Como estudiante, se me advirtió que solo había dos inscripciones para titulación, ya que se llevaba como materia, si no cumplía con ello se me otorgaba una prórroga de 6 meses, lo que en si me daba 1 año 6 meses para terminar mi tesis, si no terminaba en el tiempo señalado, perdería la carrera.
Desde entonces empecé a trabajar en la idea concreta de mi tesis, pero para los arqueólogos parecía que no había prisa en ayudarme, por lo que les explicaba que debía presentar avances en seis meses, no hubo una guía real al inicio, decidí leer todo el material bibliográfico a mi disposición para crear un trabajo y presentarlo para saber si iba bien o no, que probablemente solo se revisó en una o dos ocasiones y que tenía una estructura que saque de los ejemplos consultados.
Todo dio un giro para mi después de que en Julio de 2016 firme contrato para trabajar en el INAH Tamaulipas, en aquel entonces yo era una joven de 22 años que sentía que había podido triunfar a tan corta edad, no sabía en lo que me estaba metiendo, debido a que aún estaba en proceso de llevar mi titulación, debía ir periódicamente a Xalapa, Veracruz, en donde se encuentra la Facultad de Antropología a dejar avances y con la encargada de materia, puesto que el proceso de titulación se llevaba en aquel entonces (desconozco si aún es igual) dentro de la carga de materias.
Si bien puede que algo estuviera pasando tras bambalinas, no me percate de ello hasta que tuve que hacer un viaje dentro del periodo de mi contrato ha Xalapa para entregar avances, el cual había avisado con tiempo que necesitaba ir, pero no tenía respuesta, para este punto ya había habido un cambio de actitud de los arqueólogos hacia mí, dándome más carga laboral, cosa que yo considera comprensible debido a que no se contaba con tanto personal, sin embargo y pese a las previsiones que tome se me negó el permiso que requería debido a que no se encontraba la arqueóloga y por ello yo no podía salir, por lo cual decidí recurrir a una autoridad superior para poder tenerlo, en este caso el delgado de aquel entonces, el ingeniero Luis Carlos Torre Gómez, quien me dio dicho permiso, debido a las condiciones de viaje, me ausente varios días para poder resolver todas mis diligencias en Xalapa, lo que no gusto a los arqueólogos, por lo cual cuando regrese se me dijo que al ellos no haberme autorizado mi permiso debía haber una sanción, la cual les dije que aceptaba sin problemas pero que antes de trabajadora era estudiante y mi tesis era una prioridad para mí, además de traer instrucciones de la escuela de terminar mi trabajo para enviar observaciones finales en noviembre, esto no les pareció a los arqueólogos.
Desde ahí mi jornada laboral se volvió imposible, ya que debía hacer las actividades correspondientes al análisis de los materiales del proyecto, además de hacer mi tesis, por lo que me confinaron al departamento de antropología física a trabajar sin contacto con el resto del personal, y no podían hablarme en presencia de los arqueólogos o el antropólogo.
Yo me encontraba en un límite emocional y mental extremo a estas alturas pero, no sabía que esto apenas estaba comenzando, entrando el mes de noviembre de 2016 los arqueólogos Carlos Vanueth y Tonantzin Silva decidieron que el trabajo que llevaba realizando desde hace casi año y medio NO SERVIA y por lo mismo se debía replantear TODO y hacer un nuevo protocolo para entregar una tesis NUEVA, yo ya me había quedado sin tiempo para prorrogas, ya había gastado todas mis oportunidades pero ellos tranquilamente me convencieron de hacerlo y me dijeron que confiara en ellos, que terminaríamos en el tiempo que quedaba, creí y confié.
Envié el correo con el oficio a la academia pidiendo el cambio de nombre del trabajo, pero por ser un cambio tan extremo se me solicito ir a Xalapa, al hablar con la maestra encargada de la materia, se mostró sumamente preocupada por la situación, pero, me pidió resistir para poder sacar la Tesis y titularme, en esa misma visita, se me dio mi fecha de examen, lunes 23 de enero, en el salón de usos múltiples de la Facultad de Antropología.
Se me pidió mandar el nuevo protocolo por correo y con la fecha ya asignada no había vuelta atrás, termine durante el mes de diciembre el análisis de materiales, durante este mes pedí hablar con el delegado pero debido a mi aislamiento en el departamento de antropología física, no coincida con él, por lo que pedí que se me avisara cuando estuviera en su oficina, esto desencadeno en que la arqueóloga Tonantzin se molestara conmigo y se me cuestionara ¿por qué mi interés en querer hablar con el delgado? Gritándome e intimidándome, respondí inconscientemente levantando la voz, a lo que el arqueólogo Vanueht me regaño por ello, ambos me dijeron que no hablara con el delegado y que me centrara en mi trabajo.
El 31 de diciembre de 2016 me terminaron el contrato, ya solo quería terminar, si hablamos de cómo iban las cosas, solo estaba durmiendo 3 o 4 horas diarias para terminar con el nuevo trabajo de investigación, solo deseaba titularme, solo quería mi tesis, mi título, después de esta fecha solo me dedique a escribir mi tesis, que llego a un punto en el que, si no era el gran trabajo, estaba terminado, era un trabajo del cual no tenía control, ni opciones.
Los días de enero antes del examen eran estresantes, trabajar en la tesis, en casa ya que el contrato se había terminado, no podía ir al INAH, también se me hacía mucho hincapié por parte del arqueólogo Vanueth que no tenía el recurso económico para ir a mi examen, en mi inocencia le dije que no se preocupara por eso que los gastos los cubriría yo, ya que entendía la situación, a lo que él solo me dijo que eso no estaba bien y era algo que se podía malinterpretar ya que era ilegal (así es, tacho mi acción de soborno, en su momento no lo entendí), el día que ocurrió este comentario fue el 18 de enero de 2017, fui al INAH temprano, al departamento de arqueología tanto la arqueóloga Tonantzin como el arqueólogo Carlos y el antropólogo Jesús Velasco me vieron, solo me dirigió la palabra el arqueólogo, después de hacerme este comentario y mantenerme matando tiempo todo el día ahí, él me dijo que más tarde todos ellos mandarían las ultimas observaciones para la tesis, me sonrieron y eso fue todo, deje que se diera la noche y abrí mi correo topándome con un oficio con copia dirigida al secretario académico de aquel entonces y a la maestra encargada de la asignatura, en donde informaban los arqueólogos Tonantzin Silva, Carlos Vanueht y el antropólogo físico Jesús Velasco que no se presentaría a mi examen de titulación.
Sin más que resolver en el INAH Tamaulipas, viaje a Xalapa con la esperanza de que el director de la Facultad o la maestra encargada de la materia me pudieran ayudar, reuniéndome con ellos el 20 de enero del 2017, no pudieron hacer nada porque el Plan Escolar de la Facultada es muy claro cómo se debe presentar la Tesis. Y así como perdí mi carrera un 23 de enero de 2017, todo el esfuerzo que dediqué en 5 años de estudio, se fue la borda, porque estas personas decidieron truncar a una estudiante por celos y envidia profesional de la arqueóloga Tonantzin Bienbenida Silva Cárdenas, el arqueólogo Carlos Vanueth Pérez Silva y el antropólogo Jesús Ernesto Velasco Gonzales, que se supone debían guiarme.
Hoy, a mis 30 años y después de 8 años, puedo decir que pese a esta situación me titule, el 30 de junio de 2023, en la Universidad Autónoma de Zacatecas, guiada por investigadores, no me atreví a hablar porque era aún muy joven y me sentía asustada de alzar la voz porque, sentía que, si lo hacía, nunca más volvería a conseguir trabajo, nunca más haría arqueología.