En lo que va de 2023, en Yucatán se triplica la Intoxicación Aguda por Alcohol (IAA), problemática que empieza a repuntar luego del notable descenso que se registró durante dos años seguidos.
La problemática se complica aún más, dado que el alcoholismo es un mal que aqueja a un porcentaje elevado de la población yucateca, advirtió la jefa del Departamento de Atención Medica del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (Issste).
En lo que va del año, en el Estado ya se detectaron 63 casos confirmados acumulados de IAA, con un aumento del 215 por ciento con respecto al mismo período de 2022, cuando la suma fue de 20.
Incluso, se ubica en el lugar 30 de la tabla nacional de incidencia, cuando al concluir 2022 en el peldaño 21 y fue el año con la menor cifra en poco más de una década.
La especialista comentó que el alcoholismo es un mal que padece un alto porcentaje de la derechohabiencia del Issste en Yucatán, problema de salud que no respeta edad, sexo, estado civil, ideología, condición económica, capacitación, ni académico.
Indicó que esta instancia de seguridad social inició este año a las acciones correspondientes para recomendar a los derechohabientes de las unidades y clínicas de salud de la institución a no caer en las redes de este mal que incluso puede causar la muerte.
Refirió que el alcoholismo es una enfermedad progresiva, crónica y degenerativa; los síntomas incluyen una fuerte necesidad de consumir alcohol a pesar de las consecuencias negativas que se sabe que produce su ingesta.
Explicó que la enfermedad del alcoholismo está caracterizada por daños físicos en todos los sistemas del organismo, siendo los más complicados los que se relacionan con el sistema cardiovascular, el sistema nervioso y el hígado.
Solís Farfán advirtió que algunos estudios señalan que quienes se inician en el abuso de las bebidas alcohólicas desde jóvenes, tienen una expectativa de menor que los que no experimentan esta situación.
Destacó que cuando el consumo de bebidas alcohólicas es exagerado o recurrente se produce tolerancia, es decir, el organismo requiere una mayor dosis de alcohol para obtener las mismas sensaciones.
“Esta situación facilita la adicción, la cual es acompañada de grandes dificultades por detener el consumo cuando se empieza a beber, por lo que al suspender la utilización de alcohol, se desarrollan síntomas como náuseas, temblores y ansiedad”, acotó.
“El alcohólico pierde el interés por lo que le rodea, lo cual puede ocasionar la pérdida de su empleo y de su familia”, subrayó.
Remarcó que los efectos del alcoholismo se presentan en una secuencia de etapas, siempre que el individuo continúe bebiendo de manera continua, las secuelas en el organismo se darán de acuerdo con la cantidad y el tipo de bebida ingerida”, abundó.
Incluso, influirá también en el aumento del volumen del estómago, el peso corporal de la persona y las circunstancias en la que se bebe.
Comentó que las personas que consumen alcohol de primera instancia se ven relajados, son comunicativos, sociables y desinhibidos, debido a que el alcohol primero deprime los centros nerviosos que controlan la inhibición de los impulsos, por lo que la conducta se libera, el individuo parece alegre.
“La segunda instancia que identifica a las personas que consumen alcohol es que suelen tener cambios de conducta, son muy emocionales, tienen problemas de juicio y existe dificultad para la coordinación muscular; así como trastornos de la visión y del equilibrio”, subrayó.
“El tercer síntoma es cuando el individuo presenta confusión mental, se tambalea al caminar, tiene visión doble, así como reacciones variables del comportamiento: pánico, agresividad y llanto. Por otra parte, tiene serias dificultades para pronunciar adecuadamente las palabras y para comprender lo que se le dice”, añadió.
Además de la incapacidad para sostenerse en pie, vómitos, incontinencia de la orina, estupor, aproximación a la inconsciencia, ausencia de reflejos, e incluso, estado de coma que puede llevar a la muerte por parálisis respiratoria.
Explicó que cuando una persona ingiere una copa, el 20 por ciento del alcohol presente en esa bebida es absorbido en forma inmediata a través de las paredes del estómago y pasa a la sangre.
El 80 por ciento restante es procesado más lentamente y también se absorbe, desde el intestino delgado, para circular en la sangre.
“Si la ingestión de bebidas alcohólicas se detiene o continúa en forma moderada, los niveles de alcohol en la sangre se mantendrán bajos, pues el hígado sano podrá metabolizarlas, con la ayuda de la eliminación del alcohol en la orina y el aliento”, reiteró.
Refirió que el abuso del alcohol se presenta cuando el bebedor llega a sentirse intoxicado y no puede cumplir con sus obligaciones o pone en peligro su vida y la de los demás al manejar, toma riesgos excesivos o presenta conductas violentas bajo los efectos del alcohol. Si estos episodios en los que se bebe en exceso se repiten con frecuencia, puede desarrollarse dependencia o alcoholismo.