Las mordeduras por serpientes se sumaron a la lista de 22 patologías que en 2022 impusieron un récord de incidencia, reveló la Secretaría de Salud federal, al establecer que en ese año se registraron 130 casos de personas hospitalizadas.
La dependencia estableció que la problemática aumentó en 52.94 por ciento con respecto a 2021, cuya suma fue de 85 personas atacadas.
De 2012 a la fecha, la mínima incidencia sucedió en 2016, con 42 casos, mientras que el máximo estaba en 2019, con 122 ataques ofídicos, cifra que fue superada.
Asimismo, es una de las nueve entidades con mayor número de “Mordeduras por serpiente”, con el 3.45 por ciento del total nacional, pues en el país se han registrado tres mil 767 atendidos.
Según el estudio del coordinador estatal de Zoonosis de la Secretaría de Salud de Yucatán (SSY), Daly Gabino Martínez Ortiz, el mayor número de ataques ofídicos en el Estado se registra en tres períodos del año, el de mayor sequía y alto índice de calor, así como en la temporada de quemas y durante la época de lluvias.
Asimismo, estableció que “los accidentes ofídicos es un problema multifactorial, pero en esta ocasión es consecuencia del calor, ya que desde hace varias semanas la temperatura es superior a los 35 grados centígrados”.
Según la SSY, una serpiente es venenosa, y son las que más atacan a las personas, tal el caso de nauyaca y la cascabel, mientras que una culebra no tiene una picadura letal para los seres humanos, e incluso, tienen un comportamiento evasivo, huyen de manera inmediata.
Los accidentes ofídicos son causados por tres tipos de serpientes de cascabel (Crotalus durissus, Crotalus atrox y Crotalus scutulatus), así como la cuatro narices o nauyaca (Bothrops asper), y la huolpoch (Agkistrodon).
Explicó que el mayor número de accidentes ofídicos es consecuencia de causas naturales, tal el caso del exceso de calor y por ende, la falta de agua, por lo que estos reptiles optan por establecerse en las casas.
“Durante el período de calor extremo, este tipo de reptiles salen de sus madrigueras para buscar agua y alimento; en la temporada de quemas huyen del fuego, y en el ciclo de lluvias, sus nidos quedan inundados y buscan un mejor sitio”, subrayó.
Debido a que se adaptan con gran facilidad a la zona urbana, optan por no regresar a la vida silvestre ya que “tienen un hábitat perfecto”.