A consecuencia del arribo de miles de toneladas de sargazo a la Península de Yucatán, es urgente contar con una estrategia óptima y costeable para recolectar estas algas, y así evitar diversos daños que pueda ocasionar, entre ellos, los metales pesados como el arsénico, coincidieron especialistas de la Unidad Mérida del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).
A siete años del primer arribazón en el Caribe mexicano en 2014-2015 la información generada ha permitido conocer más aspectos sobre este fenómeno, sin embargo, aún hay diversos cuestionamientos por resolver.
Asimismo, el principal reto es el desarrollo de una estrategia óptima y costeable para recolectar las grandes cantidades de sargazo antes de su llegada a las costas del país y evitar con ello su descomposición, la erosión de playas, los daños a los ecosistemas locales y las afectaciones al sector turístico.
De acuerdo con lo reportado por la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente de Quintana Roo, en lo que va del 2022, las playas del Caribe mexicano presentan una cantidad de 18 mil 905 toneladas de algas del género Sargassum, lo que ha ocasionado diversas afectaciones ambientales y socioeconómicas.
Los investigadores del Cinvestav-Mérida, Erika Vázquez Delfín, Yolanda Freile Pelegrín y Daniel Robledo Ramírez, participaron en un proyecto que caracterizó, en función de espacio y tiempo, los arribazones masivos de “sargazo” en el Caribe mexicano durante 2018 y 2019, a través de la identificación de las especies presentes, la evaluación de su abundancia y la determinación de su composición bioquímica, con el fin de aprovechar este recurso.
Aunque el término “sargazo” se utiliza coloquialmente para nombrar a todas las algas y pastos marinos que se depositan en grandes cantidades en las costas y playas del Caribe, en sentido estricto se refiere a la presencia de especies del género Sargassum.
Esto es relevante para establecer estrategias de manejo y aprovechamiento, porque las algas de este género tienen compuestos que pueden generar efectos adversos en el ambiente, una vez que se depositan en las playas o sitios sin control y se descomponen, pero al mismo tiempo cuentan con potencial para ser utilizados en las industrias farmacéutica, alimenticia, cosmética y biotecnológica.
El proyecto “Valorización de la biomasa de arribazón del género Sargassum para su uso y aprovechamiento” consistió en realizar monitoreos mensuales, con el fin de conocer las afectaciones ecológicas y sociales que pueden provocar.
De las muestras recolectadas en seis localidades de la costa norte de Quintana Roo se identificaron, a través de diversos análisis en el laboratorio, los compuestos presentes en cada especie.
Además, se hizo una evaluación del contenido de metales pesados, ya que las algas pueden absorberlos y liberarlos cuando se depositan y descomponen en la playa, provocando daños al subsuelo.
En el estudio participaron investigadores de los Departamentos de Recursos del Mar, Ecología Humana y Física Aplicada del Cinvestav Unidad Mérida, y de los centros de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) y en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo).
De los resultados preliminares, destaca que los arribazones estudiados durante el periodo, en la parte norte de la costa de Quintana Roo (desde Tulum hasta Cancún), estuvieron conformados principalmente por macroalgas flotantes del género Sargassum (llamadas pelágicas) y algunas otras especies de macroalgas y pastos marinos que crecen adheridas al sustrato (también conocidas como bentónicas).
“La proporción de las especies pelágicas más abundantes (Sargassum fluitans, Sargassum natans I y Sargassum natans VIII) en los arribazones varió en función de la localidad y de la época del año, alcanzando en primavera-verano del 78.1 al 99.6 por ciento de la biomasa total; mientras que las bentónicas se encontraron en menor proporción la mayor parte del año, excepto en invierno, cuando pueden representar hasta el 100 por ciento de la biomasa que arriba a las costas de la región”, explicó Erika Vázquez.
El estudio realizado resalta que la acumulación de biomasa en las playas depende de las condiciones hidrodinámicas y geomorfológicas de las costas, de tal forma que hay áreas en donde se acumula más biomasa que en otras, dependiendo de la pendiente de la playa, que tan fuerte es el oleaje y la presencia de barreras arrecifales que pueden intervenir en la acumulación.
“Lo anterior es muy importante y debe ser considerado al desarrollar estrategias de manejo que consideren tales diferencias espaciales, con el fin de poner especial atención en las áreas de mayor acumulación”, explicó Erika Vázquez.
Por otro lado, los análisis realizados reflejan que, si bien la composición bioquímica de las especies pelágicas de Sargassum es bastante homogénea y presentan un contenido de compuestos de interés como los alginatos, existen variaciones temporales en algunos componentes.
Además, es necesario considerar la presencia de metales pesados que pueden causar daños a los ecosistemas costeros y a la salud humana, tales como el arsénico, que se encontró en alta concentración en el tejido de Sargassum, con valores por arriba de lo recomendado para el consumo animal o humano.