Cuentan por ahí…

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May 12, 2021
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  • Elecciones relevantes
Luis Sierra Martínez lucasierramartinez@gmail.com

Las elecciones del próximo 6 de junio no solo serán las más grandes de la historia del México moderno, sino también tienen dos rasgos sui generis que marcarán el futuro político del país, una crisis general de los partidos políticos y una lucha polarizada por afianzar el cambio de la Cuarta Transformación o frenarlo.

Por primera vez en la historia contendrán cerca de una decena de partidos políticos, algunos tradicionales como el PRI, PAN, PRD, PT, y otros nuevos o de reciente creación como Morena, Fuerza por México, por citar algunos; sin embargo, contradictoriamente más que nunca la política está polarizada, por aquellos que apoyan a la 4T y los que se oponen, y uno se pregunta para que tantos partidos. Pero hasta eso está en juego, el gasto en los partidos políticos.

Además, llama la atención el chapulineo de políticos entre los partidos, brincando alegremente de un charco a otro, y no por cambiar de aires para rejuvenecerse o por principios éticos, sino para buscar el poder que las antiguas casas les han negado. Los vemos morenos, como tricolores, azules y anaranjados, verdes y rojillos, del sabor que quiera, agudizando la crisis en los partidos políticos.

Este chapulineo es más “entendible” -aunque no óptimo, pero la podredumbre política del país no da otra opción-, en los partidos nuevos, ya que si algo ha dejado nuestro paso por la “democracia” es una nueva clase social: los políticos, entes “imprescindibles” por los cuadros que han formado. Unos se han amalgamado poco a poco a la clase pudiente, los dueños del dinero, a pesar de ser electos por el pueblo. Pregonan que el pueblo solo los elije, los dueños del capital les multiplican su salario ya de por si oneroso para la mayoría de los mexicanos. Por lo que partidos como Morena, apenas es su segunda elección, o Fuerza por México, tienen que recurrir a ellos para sumar adeptos, a pesar de afectar a sus militantes de “corazón” que esperaban el plato de sopa para ellos solos.

De esta manera, los partidos apuestan por caballos que puedan llevar a su carroza a ganar la carrera, partiendo de una añeja frase proverbial: “El ojo del amo engorda el caballo”, aunque parte de la caballada sea rancia a trabajar al parejo y solo buscan el beneficio personal. Ya dependerá de la mano del amo si logra que corran a la par y cumplan con los estatutos básicos del partido.

Mismo dilema que enfrenta la coalición PRI, PAN y PRD, donde la caballada no solo está acostumbrada a trotar por diferentes caminos, sino que además fueron encornados y añejos rivales. Bueno no todos, el PRD está acostumbrado a ser segundón de la mano que más manzanas le ofrezca.

Con sus características propias, de acuerdo a la elección en cada uno de los estados, este es el común denominador de las elecciones. Pero a nivel local y estatal, una alarma se prende en la oposición: el crecimiento de Morena a pesar de las “traiciones” que se han visto en algunas entidades, como Yucatán y Chiapas, contra los militantes de corazón. Y es que de las 15 elecciones a gobernador, Morena, en su segunda participación como partido en un proceso electoral, lleva la delantera en cuando menos 10 entidades.

Esto a pesar de los “errores” que se cometieron en la elección de algunos candidatos, tanto democráticamente como en la calidad ética de los personajes, lo cual es criticable; También se equivocaron en la presentación de gastos de precampaña, donde el INE ya tiró a dos candidatos a gobernador de Morena por no presentarlos, por un monto de 10 mil y 12 mil pesos. Ambos “candidatos” eran punteros en la preferencia del voto en sus entidades: Guerrero y Michoacán, y cuando menos en esta última es impensable el triunfo de Morena ya que es uno de los bastiones que le da fuerza a la alianza entre el PRI, PAN y PRD. Pero si de esa se trata, en Morena también hay políticos de largos colmillos afilados en añejos partidos como el PRI y el PAN, que aprovecharán para triunfar en esas entidades. Para eso están, para agenciar votos a favor de Morena, muchos los critican, no son bien vistos por todos, incluso al interior del partido, pero en su estado tienen la mayoría necesaria para impulsar a la 4T. No es una práctica ilegal, se usa y se ha usado con anterioridad.

Ante la crisis de partidos, el “árbitro electoral” tiene un corazón tan noble que está tan empeñado en evitar que Morena se convierta en alguien como el PRI o el PAN. Hace eco de su lucha desinteresada por la “democracia”, que ha dejado de lado la fiscalización a los demás partidos políticos para enfocarse solo en Morena, para pulir ese diamante en bruto, para que por fin sea la esperanza de México. Afortunadamente, en su descuido hacia los otros partidos políticos, cuenta con el apoyo del Gobierno Federal que a través de la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales (FEDE) abrió carpetas de investigación contra los candidatos a gobernador de Nuevo León, Adrián de la Garza, de la alianza PRI-PRD, y Samuel García, de Movimiento Ciudadano, por posibles delitos electorales, lo que le debería competer al órgano electoral, bueno al menos eso presume recientemente. Lo grave es que los afectados, como Adrián de la Garza fue a llorar la OEA por la acción en su contra, sin importarle la soberanía del país.

A Adrián se le acusa por compra y coacción del voto, por solicitar el voto femenino a su favor a cambio de la entrega de una denominada “tarjeta rosa” con la que las mujeres que participen pueden obtener dinero una vez que el aspirante gane las elecciones del próximo 6 de junio. El segundo, junto con su padre Samuel Orlando García, su esposa Mariana Rodríguez y al padre de ésta, Jorge Rodríguez, por financiamiento ilícito de campañas. Mientras el INE se entretiene puliendo el diamante.

Desafortunadamente para algunos y afortunadamente para otros, este es el juego sucio de la democracia. A niveles estatales habrá un rápido crecimiento de Morena como partido político, que ni siquiera soñó en su momento el PAN, y que los dirigentes del guinda esperan que alcance para afianzarse como instituto político, ya que por el momento son más bien una hueste de tribus que solo piensan en sus necesidades personales; pero históricamente, así se han forjado grandes alianzas en el mundo.

Curiosamente esta no es la apuesta principal de este proceso electoral. La apuesta de la alianza del PRI, PAN y PRD no es para rescatarlos de la histórica derrota del 2018 cuando no solo se venció al abstencionismo sino que el número de votos hacia Andrés Manuel López Obrador fue mayor que la suma de estos tres partidos. La alianza tampoco es para frenar la crisis que vive Acción Nacional por la imposición del “profeta” Ricardo Anaya en las elecciones del 2018 y quien recorre el país como revancha, emulando a AMLO. Ni menos para frenar la pérdida de registro del Revolucionario Institucional que se avecina en diversas partes del país ante el disgusto de los ciudadanos, ni incluso para acabar con la corrupción que aún sigue aflorando en los gobernadores de oposición. No, la apuesta es frenar el proyecto de AMLO y hacia ahí están dirigidas principalmente sus campañas electorales.

Por primera vez, las campañas de la oposición no muestran propuestas para sacar adelante al país de la crisis que alegan provocada por la 4T, sino que atacan al partido en el poder, a pedir el voto de la ciudadanía para frenar el proyecto presidencial. Y exactamente ahí está la disyuntiva.

Sin importar credo, religión o la manera en que cada uno lleva a cabo sus rituales, los partidos políticos de la oposición añoran el neoliberalismo, el enflacamiento del Estado y el engordamiento de la iniciativa privada como una propuesta para sacar al país del subdesarrollo y encumbrarlo al primer mundo, falacia que hemos escuchado desde Carlos Salinas de Gortari –hace ya 30 años- y que solo ha generado que México tenga a los hombres más ricos del mundo, que la riqueza del país esté en manos del uno por ciento de la población y que el 50 por ciento de los mexicanos sean dueños de solo el uno por ciento de la riqueza.

Además, la política económica neoliberal ha permitido un chapulineo entre los partidos políticos y los dueños del dinero, y así vemos como “grandes” capitalistas buscan el poder político como funcionarios o detrás del trono, y a “grandes” políticos dueños de pozos petroleros. Ese anhelo de superación, de servirse de la política, no quieren perderlo, aunque la sociedad se pregunta: ¿Y el pueblo apá? Los números no cuadran con eso de buscar el bienestar del pueblo, lo que tanto pregonan.

Y están en su derecho de defender el neoliberalismo, es el juego de la democracia. Con sus respectivas crisis, es aplicado en varias partes del mundo, pero al llevarse a cabo en el país, el poder y la riqueza acumulada no fue producto de un trabajo honesto, sino de corrupción, impunidad, injusticia, y de eso ya está cansada la población; tampoco fue distribuido entre la población, solo enriqueció a unos pocos. No quieren perder sus privilegios de no pagar impuestos, utilizar facturas falsas para engañar al fisco, utilizar los fideicomisos y apoyos gubernamentales para enriquecerse ilícitamente. Cometieron muchos errores que tiene sumida a más del 50 por ciento de la población en la pobreza, en el país del cuerno de la abundancia, pero hasta el momento no se han escuchado palabras de reconocimiento, de perdón, de intención de cambiar el rumbo para el bienestar del pueblo. Será por ello que critican al presidente cuando pide perdón por los pueblos oprimidos.

En contra parte, la 4T lleva a cabo un proyecto que se califica de “nacionalista” y que está permeando en diferentes partes del mundo, pero en especial en América Latina que busca desprenderse de la política gringa de “América para los americanos”, el sueño americano de las altas élites del país a quienes no les importa alcanzarlo pisoteando a los paisanos que tienen la culpa por nacer pobres, por gastarse su sueldo en cervezas. Elites que bañadas en cultura, en conocimientos, se atreven a calificarlo erróneamente de socialista o comunista. El miedo es canijo, cuántos no temblamos con esa frase que nos decía mamá: “Si no te portas bien, te llevará el coco”. Cuídense, ahí viene el coco del socialismo.

Pero lejos de esas clasificaciones, el proyecto de la 4T no solo busca terminar con esta ideología proyanqui, al ser AMLO el primero desde Vicente Fox que se ha atrevido a exigir la soberanía del país, enfrentando a los presidentes estadounidenses bajo la política juarista de no intervención y al rescatar Pemex y la CFE que tan solo con su reforma privatizadora duplicó el costo de sus servicios ante la corta memoria de la oposición y puso un candado para no dar marcha atrás –por algo tuvieron que sobornar con millones de pesos a los diputados.

En cuanto a la economía, la 4T busca impulsarla desde abajo, el bienestar social, apoyando a los más necesitados no solo con recursos asistenciales sino además con aumentos salariales como nunca se ha visto, para que tengan capacidad de compra y se aliente el comercio interno y potenciar así la iniciativa privada, sin privilegios para nadie. Como siempre, hay daños colaterales.

Tanto el modelo neoliberal como el de la 4T tienen sus pros y sus contras, sus arroces negros al momento de cocinarse, pero ahora nos corresponde al pueblo votar para decidir de qué plato queremos comer. Las elecciones locales son importantes, pero lo que está en juego es la Cámara de Diputados. No confundamos. AMLO requiere mayoría para realizar los cambios necesarios que en el pasado se hacían con sobornos y a escondidas, y la oposición busca frenarlos, no perder las prerrogativas, finiquitar el adelgazamiento del estado y enriquecerse con el acto. Por lo menos, eso es lo que han mostrado ambos. En estas elecciones, más que nunca, es necesaria la participación de los ciudadanos, de nuestro voto depende el país que heredaremos.

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