- Claroscuros y estadísticas de la pandemia
MÉRIDA. Yucatán.- Hoy hace un año, una yucateca que llegó de España importó al Covid-19 a la entidad, y 365 días después Yucatán es de los pocos estados del país que se mantiene en semáforo naranja a pesar de que sus vecinos Campeche y Quintana Roo ya mutaron al verde y al amarillo, respectivamente; situación crítica que se mantiene ante claroscuros del Gobierno estatal y la sociedad.
En México, el primer infectado de Covid-19 apareció el 27 de febrero de 2020, y 16 días después, el 12 de marzo se registró el primer caso en Yucatán, específicamente una mujer de 57 años, quien se contagió en España.
En los primeros casos detectados, 32 yucatecos se infectaron en el extranjero, de los cuales nueve estuvieron en Estados Unidos, siete en España, igual número en Perú, cuatro en Francia, dos en Alemania y el resto en Bélgica, Estonia y Suecia. La estadística de infectados en el extranjero no incluye a las mujeres que se contagiaron en Canadá y Perú, ya que sus casos corresponden a la estadística de cada una de estas naciones.
Al cabo de unas pocas semanas, la dispersión en la entidad se tornó netamente comunitaria y ya no por individuos que estuvieron en otro país. Incluso, a mediados de abril casi el 100 por ciento de los casos fue comunitario, situación que se ha mantenido, dada las características propias de una epidemia, y en el caso de Covid-19, en una pandemia.
Tras la aparición de los primeros casos del coronavirus 2 del Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS-CoV-2) causante de la enfermedad Covid-19 en Estados Unidos, de manera inmediata, en México se empezaron a tomar las medidas de prevención, y Yucatán no fue la excepción.
De tal manera, a partir del 22 de enero de 2020, en el Aeropuerto Internacional de Mérida “Manuel Crescencio Rejón” y en la Terminal Remota de Puerto Progreso se aplicó el protocolo sanitario de detección de personas probablemente infectadas por el nuevo coronavirus.
El Gobierno conformó un Comité de Salud el 15 de marzo, para “recomendar, evaluar y reforzar las acciones y medidas implementadas para prevenir, controlar y reducir los riesgos”: los directores de las escuelas de medicina de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), Carlos Castro Sansores; de la Universidad Marista, Luis Méndez Trujeque y de la Universidad Anáhuac Mayab, José Manuel Echeverría y Eguiluz, así como los infectólogos Eusebio Jiménez Ríos y Adolfo Palma Chan y el médico Carlos Antonio Cabrera; todos ellos médicos reconocidos pero ningún experto epidemiólogo.
El viernes 15 de mayo, una semana antes que lo anunciado por el Gobierno federal, el Gobernador asesorado por su comité decidió suspender las labores escolares sin previo aviso, lo que impidió a la gran mayoría de alumnos de primaria llevarse los libros a sus casas para las clases a distancia e inició el confinamiento en los hogares en la entidad. No todos los yucatecos cumplieron y los contagios comenzaron a aumentar.
El 4 de junio el semáforo federal en Yucatán era rojo, pero el Comité estatal lo cambió a naranja e inició la reactivación económica. Vila alegó que la federación carecía de información actualizada y no consideraba los hospitales provisionales del Siglo XXI y Valladolid, curiosamente con el equipo necesario pero sin médicos. El anuncio sirvió para que un alud de yucatecos saliera a las calles, visitaran las playas, sin acatar las medidas para evitar contagios y estos se dispararon.
Los hospitales se saturaron y Vila se reunió con los encargados del IMSS e ISSSTE para que aceptaran más pacientes, pero estos alegaron que no tenían cupo, además de que Yucatán contaba con el hospital improvisado del Siglo XXI que permanecía como un elefante blanco. El resultado, la renuncia del director del hospital Benito Juárez del IMSS, Carlos Sarzo.
El 12 de julio, el Gobierno decide por fin abrir los hospitales provisionales Siglo XXI y el de Valladolid, pero solo para enfermos que no estén en situación crítica, a pesar de contar con equipo para atender a estos últimos.
En tanto la reactivación económica continuaba y para evitar el contagio Vila decide frenar la movilización vehicular al permitir solo dos pasajeros por auto -obligando a más de uno por familia a jugar a la ruleta del Covid-19 en transportes saturado-, y el 8 de junio, para evitar contagios en las filas de los paraderos del transporte público, los decide reubicar, aunque no elimina la saturación en las horas pico al interior de las moles de hierro, el principal foco de infección.
Las medidas continuaron: la ley seca, prohibir las movilidad vehicular de las 22:30 a las 5:00 horas –lo que afectó a personas que trabajaban en la tarde, ya que los camiones dejaron de pasar a las 20 horas sin previo aviso, dejando muchas personas varadas en el centro-. En los municipios costeros que, por la cantidad de vacacionistas (en plena pandemia), se prohibió la movilidad vehicular a partir de las 21:00 horas.
Las medidas no fueron tan eficaces, del Comité de Salud ya ni hablaba el Gobernador, la gente no obedecía las medidas sanitarias y los contagios continuaban disparándose, amenazando a Yucatán para pintarlo de rojo, pero se salvaba por las camas disponibles en el Siglo XXI.
El pico diario más alto de contagio se registró el 30 de julio, con 377 casos; seguido del 28 del mismo, con 335 infectados, y en 14 ocasiones la cifra fue superior a 200 personas contagiadas.
Durante 2020, en marzo, 46 personas se infectaron con el nuevo coronavirus; en abril, fueron 410; en mayo, mil 381; en junio, dos mil 604; en julio, cinco mil 326; en agosto, cinco mil 161; en septiembre, tres mil 583; en octubre, tres mil 28; en noviembre, dos mil 341; y en diciembre, se contabilizaron dos mil 612 casos.
Llegaron la Navidad y el Año nuevo, la gente abarrotó el centro de Mérida y de las principales poblaciones para la compra de los implementos para las cenas y los regalos, y los casos se volvieron a disparar: en enero de 2021 se contabilizaron tres mil 533 nuevos contagios; en febrero, dos mil 599; y en marzo, hasta ayer, fueron 825.
La transmisión correspondiente a marzo de 2020 fue de 2.4 casos diarios, en abril de 13.6, se aceleró en mayo al llegar a 44.5, el incremento continuó en junio, con 86.8; en julio, la intensidad fue de 171.8 casos diarios; en agosto, de 166.5; en septiembre, 119.4; en octubre, 97.7; en noviembre, 78; y en diciembre, de 84.2 casos diarios. En lo que va de 2021, en enero es de 114 casos diarios, en febrero es de 92.8 y en marzo de 81.2.
En febrero, cuando aún el estado continúa en semáforo naranja, se vuelve a generar otra reactivación económica, se permite la apertura de salas de reuniones y convenciones en Yucatán, que podrán funcionar como restaurants los fines de semana, y la gente de nueva cuenta invadió la costa yucateca los fines de semana, y febrero se convirtió en el cuarto mes más fatal desde que apareció la pandemia, pero se hablará en otro reportaje.
Hasta el día de ayer, ya se habían contagiado en la entidad 33,541 personas y habían fallecido 3,603, de las cuales, el 97 por ciento son yucatecos, y el resto, de otras entidades del país, e incluso, de cuatro nacionalidades.
Desde que apareció el primer caso en la entidad, en promedio a diario se infectan 92.1 personas y se registran 10.5 defunciones. Más del 90 por ciento fueron yucatecos, pues en el Estado también se contagiaron y fallecieron personas de otras entidades, e incluso, extranjeros.
Hasta anoche, en la entidad, 29 mil 084 personas se han recuperado de la pandemia, el 86.7 por ciento del total de 33 mil 541. Asimismo, 244 permanecen en hospitales públicos, y 646 pacientes se recuperan en sus respectivos domicilios.
En Mérida se han diagnosticado 20,754 personas contagiadas de Coronavirus; 5,927 en la zona Norte, 5,570 en la zona Oriente, 1,979 en la zona Centro, 2,821 en la zona Sur y 4,457 en la zona Poniente.
El Covid-19 tardó siete meses para estar presente en los 106 municipios de Yucatán, sin embargo, hasta el momento son tres los municipios en los cuales ninguno de los contagiados ha perdido la vida a consecuencia de la letal enfermedad: Chacsinkín, Quintana Roo y Tahdziú.