- Yo también odié la filosofía
¿Qué es la filosofía? Todo aquel que haya tomado clases de filosofía se ha topado con la anterior pregunta, la cual pareciera ser un guion formulado para las y los docentes que imparten tal asignatura. “Es el amor a la sabiduría”, responden después de minutos de un ir y venir de respuestas, en donde alumnas y alumnos intentan descifrar la incógnita previa, que genera más dudas que respuestas, formulando lo que debería de ser la verdadera intensión de la clase.
Todo parece correcto hasta aquí. Sin embargo, muchas veces esa duda resulta ser la única autentica y con intenciones de “filosofar”. Esta situación explica la posición de amistades, y aun mía en algún momento, de odiar rotundamente la filosofía; y no los culpo, cuando tuvieron la desventura de tener como docentes a personas que no les impulsaba el verdadero fin de la disciplina; error del sistema educativo que más que impulsar la práctica filosófica reproduce un sistema educativo basado en la acumulación de conocimiento, por sobre el impulso creativo del ser humano. Y aún más la filosofía que se gesta desde el asombro y la duda.
Y aunque mi intención no sea hablar del sistema educativo, es casi imperdonable no hacer una referencia a las malas prácticas que solo generan desprecio a esta. Todas y todos tenemos recuerdos de los calvarios que pasábamos en clase de filosofía -claro, a menos que hayas sido de los afortunados que tuvo a alguien que realmente la amara-, cuando se nos asignaba una calificación basada en nuestro conocimiento de autores/as, movimientos, sistemas de pensamiento, conceptos, etc. Y es que no hay nada más contra natura para la filosofía que la enseñanza de esta misma a través de la memoria.
Y antes de continuar, me gustaría decir que tal vez el fin último de la filosofía sea la acumulación de conocimiento, pero es una herramienta indispensable para la formulación de preguntas y sistemas de pensamiento, y que es necesario, constantemente, ir expandiendo.
Aun con su definición etimológica, el principal sesgo se encuentra en su utilidad. Podría extenderme en esta parte, más allá de la finalidad de este escrito hablando de su utilidad, pero resultaría desgastante y contra producente si no podemos volver “el amor a la sabiduría” en algo más comprensible y menos subjetivo que la definición empleada.
Buscando una manera de facilitar la comprensión de esta idea, recurro a las palabras de Jaspers, un ilustre filósofo alemán, que dice que la filosofía es: “Una práctica de preguntas”. ¿Cómo una cosa tiene que ver con la otra? Te preguntarás.
Quitando la idea de sabio como poseedor de conocimiento -idea de la antigua Grecia, que irónicamente se construye en el mismo contexto de la definición de filosofía-, aparece un personaje ampliamente conocido, aun fuera del mundo académico. Sócrates odiaba a las personas que decían tener la verdad, que él llamaba sofistas, y no porque desestimara el intelecto o capacidad de las personas, simplemente porque él pensaba que la verdad absoluta era inalcanzable, pero que aun así había que buscarla. Y aunque suene desalentadora esta afirmación, nos da un campo inmenso para aplicar la práctica filosófica. Pero, ¿cómo hacerlo?
No existe una manera única de filosofar. Aunque es cierto que Sócrates aplicaba lo que él llamaba la mayéutica, la cual consiste en generar un dialogo donde el interlocutor descubre las verdades por sí mismo, este sistema no funciona como una rigurosidad impermeable, más bien, siendo el primero en llevar a fuera el sí mismo la practica filosófica, nos demuestra el uso de las preguntas para llegar a una verdad, o al menos, para orientarse.
Fuera de toda esa parafernalia académica y muestra de “sapiencia”, la filosofía se presenta como un ejercicio básico del ser humano. Pensar y dudar son las dos condiciones necesarias para filosofar. Pregúntate, ¿pienso y dudo?, y te darás cuenta que al formularte dicha pregunta ya estás pensando y dudando. Aun tu duda sobre mi anterior formulación representaría la afirmación de ambas condiciones.
¿Eso representaría que ya estas filosofando? Tranquilo, todavía no intentemos correr cuando no hemos aprendimos a caminar. No, por sí solos el pensamiento y la duda no son hacer filosofía, ya que como dije, son condicionantes, más por si solas no son hacer filosofía. Entonces dirás, ¿Qué debo hacer para comenzar a hacerlo? Sí bien, la duda puede presentarse como uno de los orígenes de la filosofía -de los cuales no hablaremos en este texto, pero si deseas te dejo un link abajo con un video que puede ayudarte con esa duda- filosofar representa un proceso.
Veamos los inicios de la filosofía. Los presocráticos, que con Tales son los primeros en hacer filosofía, buscaban llegar a la verdad y explicarla. Y aunque como tal no lo hayan logrado, fueron ellos quienes nos mostraron la clave de como filosofar. En la actualidad las verdades absolutas, se sabe, están fuera de nuestro alcance, pero eso no significa, que como los presocráticos fracasando en su intento de llegar a ellas y Sócrates comprendiendo que no inaccesibles, no podamos seguir en el camino.
Entiendo que la verdad absoluta resulte, aun como concepto, inentendible, aun así la filosofía es tan amplia nos podemos decantar por alguna línea que nos interese. Tal vez no seamos los grandes filósofos que marcaron época, pero sí podemos darle un correcto trato a nuestras preguntas, ya que, siendo honestos, todas las personas tenemos dudas y deseo de asombro.
Después de esto, te preguntarás ¿por dónde empezar? Bueno, un inicio es preguntarte ¿qué dudas tengo? Empezar con un proceso de interrogación propia, se tu propio interlocutor y trata de preguntarte para llegar a las respuestas. Cuando encuentres sesgos apúntalos y sigue pensando. Te darás cuenta que tienes muchas dudas que tal vez no habías tratado, tal vez, por no saber como hacerlo.
Después de formularte las dudas, comienza con un proceso de búsqueda y más cuestionamientos; nunca dejes de preguntarte. Hoy en día tenemos la ventaja de tener tantos canales de información como información misma. Y estoy de acuerdo que en ciertas ocasiones, y circunstancias, pueda resultar compleja o inentendible, y es que gran parte de esto es culpa del lenguaje complejo, que ciertos autores y mismos practicantes de ella, utilizan. No es para menos cuando nos encontramos con oraciones en griego, romano, alemán, francés o cual sea el idioma que se requiera citar, los cuales no cuentan con la traducción de ese fragmento; o conceptos que no tienen traducción literal al español y que, aun en su idioma original, resultan intraducibles. O simplemente textos que por su redacción son inentendibles. Y con esto no quiero asustarlos, solo quiero dejar en claro que hay complicaciones.
Tanta información puede ser una ventaja y una desventaja, ya que tantos datos pueden ser apabullantes, pero no tengas miedo de desechar ideas que no te sirven por el momento. Recurre a páginas básicas como Wikipedia o blogs, no todo es leer los grandes libros de la filosofía. Muchas veces, por no saber cómo comenzar, nos toparnos con tales libros que nos desanima y hace que dejemos a un lado esta bella disciplina.
Por el momento creo que esto es suficiente para empezar con un nuevo viaje, de constantes preguntas y respuestas. Cuando termines este texto comienza con ese ejercicio y si se puede, pon tus dudas en los comentarios o mándame un correo. Hagamos una comunidad que se apoye y crezca juntos. También pondré al final links de páginas y videos que resultan muy útiles para cualquier persona que desee adentrarse a este mundo. Si existe algún tema en el que te gustaría que profundice, puedes ponerlo, haré mi mayor esfuerzo para ayudarte con tu búsqueda. No seamos piedra de tropiezo para las personas que apenas se están adentrando a este mundo.
Sin más que decir, finalizo con:
No te desanimes, recuerda que la práctica hace al maestro, y esa práctica es la misma que alimenta a la filosofía.
Las recomendaciones de esta semana:
La filosofía de Karl Jaspers: https://www.youtube.com/watch?v=GA4G-kvKDNQ
Canal de YouTube: “Filosofía aquí y ahora” https://youtube.com/playlist?list=PL8ZfEptaIREfWPnlhXH2VpvgyYxR-cYEq